sábado, 15 de junio de 2013

El gazpacho y las sopas fría, Pedro Salcedo

Otra maravillosa entrada de mi querido amigo Pedro, y permitidme un licencia, ¡¡¡Pero que bien escribe este tío!!! Espero que lo disfrutéis tanto como lo he hecho yo.


EL GAZPACHO Y OTRAS SOPAS FRÍAS


         El sagaz recetario Andaluz nos promete normas de muy dispar consecución, por un lado es posible rivalizar entre fórmulas de llana ejecución y costosos ingredientes, este tipo de cocina otorgan casi siempre los mayúsculos honores para quien la ejerce y domina con sabiduría, y es celebrada asimismo por quien la consume, fruto de la alta aptitud de sus materias primas. También podemos apostar, por lo contrario, es decir componentes baratos y compleja realización. La batalla por el beneplácito de los comensales es de cómodo libramiento, consecuencia de lo sápidos que resultan nuestros guisos, arroces o estofados. Por entorno geográfico e influjo familiar, esta es con la que mas me hermano, y la legión de adeptos a estas maneras es inconmensurable. Luego concurre otro apartado bien conocido por la inmensidad de la geografía universal, el de las sopas frías, de exclusivo marchamo Andaluz. Esta podríamos registrarla como de factible elaboración y asequibles integrantes, y no falta a la verdad, pero su desenlace es algo más complejo. El catálogo de formas de obtener una sopa fría es profundo y se capacita según que zona de Andalucía nos instalemos. La porra, mazamorra o ajo blanco son algunos de los prototipos mas patentes de esta filosofía gastronómica, no obstante es el refrigerador gazpacho y el compacto salmorejo los que más discípulos aglutinan. Valgo el romance de atesorar el salmorejo todo el año en la carta de nuestro restaurante, movido por el crédito y la invencible adicción de que me tiene preso esta forma tan insigne y legítima de entender la gastronomía de nuestra región. Sin embargo en periodos que se avecinan los días más largos y calurosos y las noches mas cortas, nutridas de brisa agradecida e  ineludibles tertulias, es cuando cometo el gazpacho con cierto, pero sensible desasosiego. El proceso de esta variedad de zumo de tomate es un serio suplicio, a diferencia del salmorejo que es más dócil, te brinda algo de  margen de maniobra, su cubicaje es más resuelto, aunque el tipo de tomates a utilizar es mas caprichoso, el grado de madurez es mas estricto y si nos excedemos en el ajo, desembocamos en el fiasco mas estrepitoso. El gazpacho a pesar de su simplicidad me resulta embarazoso de elaborar, aquí no hay composturas validas, ni reglas que garanticen el éxito a su fiel desempeño. Aquí los tomates convienen entregarlos con todo el criterio posible para adquirir un tono carmesí intenso y preste el sabor a hortaliza de cumplida madurez necesaria para esta mezcla. El resto de elementos: aceite de oliva virgen extra, vinagre de vino, ajo, agua y sal son con los que debemos de jugar y lograr una perfecta armonía sin que ninguno de ellos despunte, sino que nuestro paladar conceptúe un razonable desglose  de sabores y aromas. Se que hay quien practica el ampliar el emboque del gazpacho con pepino, pimiento verde, cebolla o incluso jamón, pero pienso que esta practica se encasilla en otras disciplinas, distorsionando su verdadero origen, quizás si seria mas justo volver a catalogar el gazpacho como postre que como sopa fría…                   

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