De nuevo me siento delante del ordenador para escribir unas palabras a mi amigo Roge, jajaja, será por las horas a las que me he puesto o por el cansancio acumulado, pero el día ha sido agotador. Me viene a la memoria un relato que leí hace tiempo del libro más inteligente y espiritual sobre gastronomía, que he tenido el placer de leer, “La fisiología del gusto” de Brillat Savarín. En este libro se relatan vivencias, opiniones médicas, anécdotas y sobre todo experiencias relacionadas con la cocina.
No me extiendo más y paso a contaros ese capítulo al que os he hecho referencia antes, es una reflexión sobre el influjo del régimen alimenticio respecto a descansar, dormir y soñar.
“ El hombre que ha reflexionado sobre su existencia física y la conduce según los principios que vamos desenvolviendo, preparará sagazmente y con método el descansar, dormir y soñar.
Divide el trabajo de manera que nunca haya exceso, lo hace más ligero variándolo con discernimiento y refresca sus ocupaciones con breves intervalos de descanso, que dan alivio, sin interrumpir la continuidad, a veces forzosa.
Si durante el día necesita reposo más largo, nunca se entrega a éste tipo sino sentado; huye del sueño…….. y sobre todo, cuida mucho que no habituarse a dormir con sol.
Cuando la noche trae consigo las horas del descanso diurno, se retira a un cuarto ventilado, no se rodea de colgadurias, que le harían respirar cien veces el mismo aire, y cuida mucho de que las ventanas no se cierren con postigos, a fin de que siempre que abra los ojos tenga consuelo viendo algún resto de luz.
Se extiende sobre una cama ligeramente levantada hacia la cabecera, la almohada de cerda, el gorro de dormir de hilo, el pecho no debe estar oprimido con peso, pero cuida que el oportuno abrigo caliente mucho los pies.
Ha comido con discernimiento, sin rehusar a platos buenos ni excelentes, y bebido vinos superiores, incluso los más fuertes tomados con precaución.
En los postres, más que de política prefirió hablar de galanteos e hizo más madrigales que epigramas; toma una taza de café si su constitución se lo permite y acepta después una cucharada de licor excelente, sólo para perfumar la boca. En todo se ha conducido como convidado amable y aficionado distinguido y, no obstante, apenas ha traspasado los límites de la necesidad.
En tal estado, se acuesta contento de sí mismo y de todo el mundo, se le cierran los ojos, atraviesa el crepúsculo y cae por algunas horas en un sueño absoluto.
En breve, ha rendido tributo a la Naturaleza y la asimilación ha reparado las pérdidas. Entonces, sueños agradables lo llevan a una existencia misteriosa; ve las personas amadas, encuentra sus ocupaciones favoritas y va trasportado a sitios predilectos.
Por último, percibe por grados que se disipa el sueño y vuelve a la sociedad sin sentir el tiempo perdido, porque aun durmiendo ha gozado de la actividad sin cansancio y de placeres sin penas “
Parece mentira que esté escrito en el año 1825 y que razón tenía y tiene, porque las horas que son no me permiten ir a buscar un gorro de hilo para dormir, jajaja, tiene que ser genial, el preparar con tanto esmero el hecho de irte a descansar, y no como ahora que vamos corriendo a todas partes e incluso para irte a la cama.
Bueno después de esta reflexión, no queda más que dejaros otra receta de las que hacemos por estas tierras de la Mancha, pero buscaré alguna que ayude a que estos sueños que nos esperan sean lo más placenteros posibles y que no perturben nuestro descanso, que seguro que el día de mañana es tan intenso como el de hoy, un saludo amig@s y hasta la próxima.
Tortas de Alcazar: 4-6 pax
Ingredientes: 8 huevos, 200 g de azúcar, 100 g de maicena y 100 g de harina.
Elaboración: En un cuenco, se baten las yemas con la mitad del azúcar hasta que doblen su volumen. Con la ayuda de unas varillas, se montan las claras a punto de nieve con el resto del azúcar. Con cuidado se mezclan las yemas y las claras. Se añade la harina y la maicena lentamente con la ayuda de un tamiz, para que no se bajen las claras.
Se llena la manga pastelera y sobre silpat o papel sulfurizado, con una boquilla lisa del nº 8 se escudillan las tortas con forma circular. Se espolvorean con azúcar glace y se llevan al horno precalentado a 190ºC hasta que estén cocidas, que no cojan mucho color. PD: si preferís que os quede el azúcar de arriba crujiente, debéis cambiarlo por una glasa real, o sea, cambiamos el azúcar espolvoreado por una mezcla de clara con azúcar batidos ( 1 clara con 150 g de azúcar y 6 gotas de zumo de limón), pintamos la superficie de las tortas a medio cocer y terminamos en el horno hasta que se seque la glasa.
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